TIJUANA Y SAN DIEGO.- El veterano deportado Enrique Salas perdió la vida luego de sufrir un trágico accidente vehicular en Tijuana justo cuando se preparaba para presentarse ante una corte en San Diego que iba a darle la oportunidad de regresar legalmente a Estados Unidos.
La historia de Salas fue “una gran tragedia”, coincidieron en declarar por separado la directora de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) en San Diego, Norma Chávez Peterson, y Robert Vivar, el vocero de Veteranos Deportados Unificados de Tijuana, uno de los grupos de soldados expulsados en la ciudad fronteriza.
La ACLU tenía todo preparado para representar a Salas en una audiencia ante una corte superior de California donde le podrían cancelar cargos estatales por consumo de drogas del 2004, por los que purgó sentencia y fue deportado dos años después a Tijuana.
Sin esos cargos, Salas habría vuelto a California como lo han hecho al menos dos veteranos hasta ahora.
Pero hace casi dos semanas, el exmarine condecorado en 1992 por su participación en la Guerra del Golfo, fue víctima de un aparatoso accidente vehicular en Tijuana.
Salas fue internado en la Clínica 1 del Seguro Social en Tijuana mientras familiares, organizaciones y amigos intentaban trasladarlo para que recibiera atención más especializada en San Diego.
Yolanda Varona, coordinadora de ayuda a madres deportadas y quien quedó a cargo del refugio para veteranos deportados en Tijuana acompañó a los familiares del soldado hasta que finalmente, luego de un primer paro cardíaco por complicaciones del accidente, las autoridades estadounidenses le otorgaron un permiso humanitario.
Pero en el traslado de Tijuana al Centro Médico de la Universidad de California en San Diego el infante de marina, quien fuera dado de baja con honores, sufrió un segundo paro cardíaco que acabó con su vida.
Al colocar una ofrenda floral en ceremonia luctuosa en Tijuana ante el muro fronterizo, al frente de un pequeño grupo de veteranos deportados, Vivar, vocero de los veteranos deportados, lamentó que Salas “por fin pudo volver a Estados Unidos, trágicamente, solo para perder la vida aproximadamente una hora después de haber cruzado la frontera” de Tijuana a California.
Según Vivar, Enrique Salas tuvo una carrera militar orgullosa y limpia pero cuando su hermano pereció en ejercicios de entrenamiento, el veterano cayó en depresión y eventualmente consumió drogas, lo que lo llevó a prisión.
Luego de estar detenido seis meses y durante un viaje familiar a Tijuana, a Enrique Salas le robaron la billetera con sus documentos, incluida la tarjeta de residencia legal permanente o “tarjeta verde”.
En esa ocasión, 2006, al regresar de Tijuana fue arrestado en una de las garitas de San Diego, y aunque Salas pidió un reemplazo de su identificación de residente legal, el trámite tardó tanto, que terminó por aceptar su deportación voluntaria.
Luego regresó como indocumentado, pero fue encontrado y deportado nuevamente a Tijuana, donde eventualmente encontró apoyo en el grupo de veteranos deportados.
El cuerpo de Salas fue trasladado al poblado de Reedley en el Valle de San Joaquín en California donde fue sepultado el fin de semana junto a los restos de su hermano, para quien Enrique Salas fue el ejemplo a seguir, y quien también se integró voluntariamente a las fuerzas armadas.
A la ceremonia en la iglesia en Reedley asistió más de una docena de veteranos, incluido Héctor Barajas, el fundador de la Casa de Apoyo a Veteranos Deportados de Tijuana, quien hace pocos días regresó legalmente a California para recibir la ciudadanía estadounidense.
Barajas dijo que Salas “era uno de los muchachos que iba a regresar a casa”.
De acuerdo con archivos del Búnker, el registro que Barajas lleva incluye a unos 350 veteranos deportados de unos treinta países, pero muchos no están registrados y otros ya han perdido la vida.