LAS VEGAS, NEVADA.- Karla Rodríguez Beltrán nació en Guadalajara, México, en una familia de cuatro hermanos, dos de ellos nacidos en Estados Unidos.
Llegó a los 10 años de edad a EE.UU., y sus recuerdos se remontan a sus estudios en la escuela en México pero no ha vuelto a tener contacto con su país natal.
Se siente Mexicana, es consciente de sus raíces pero no cree que pueda vivir allá. A Estados Unidos lo ve como su país donde tiene a su familia, amistades, donde ha crecido y estudiado. Recién terminó sus estudios de literatura en Nevada State College, en Las Vegas, y su meta es ser maestra.
Recuerda que empezó a sentir el drama de su estado migratorio cuando tuvo la oportunidad de tomar clases para conducir pero no podía obtener su licencia. En la escuela secundaria sabía que no podía aceptar las invitaciones que le enviaban las universidades para seguir sus estudios, porque no tenía un seguro social.
“Primero sentía orgullo al ver que recibía ofertas de estudio de prestigiosas universidades y le mostraba esas cartas a mi mamá pero luego me sentía muy triste al tener que archivarlas”, recuerda Karla.
Ella siempre era reservada y no comentaba esta situación con sus compañeros de clase, casi todos ciudadanos, hasta que un día una organización llegó a su escuela para registrar a los jóvenes a votar. Fue entonces cuando tuvo que admitir que no podía hacerlo porque no tenía documentos. Ese día lo lleva en su memoria.
A pocos días de graduarse en su high school y cuando se preparaba para ir a una fiesta de graduación, se dio a conocer la noticia de la acción ejecutiva del presidente Obama conocida como Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, DACA. Fue un alivio aunque Karla confiesa que lo que esperaba es que se hubiera aprobado el Dream Act. Entonces, empezó a reunir documentos para registrarse como DACA lo que logró en octubre de 2012 con ayuda de la organización Hermandad Mexicana Transnacional. En marzo de 2013 recibió su permiso de trabajo.
“Fue una inmensa alegría y mi mejor regalo de grado”, exclamó Karla. “Luego saqué mi licencia de conducir, y logré conseguir mi primer trabajo en una tienda de maquillaje con lo que logré pagar mi colegiatura”. Era la nueva vida que empezaba a vivir Karla en este país.
Pero cuando Karla rehacía su vida y hacía planes, recibió otro golpe fuerte: el anuncio del presidente Donald Trump de eliminar el programa DACA.
Dijo que quedó en un limbo porque ya había presentado su inscripción para estudiar en el programa de doctorado de “American Studies” en la Universidad de Massachussetts. “Yo sentí que ya estaba lista para tomar este paso pero todo se vino abajo y ahora no sé qué va a pasar”, sostuvo.
Lo que Karla se ha propuesto hacer es investigar cómo se identifican los estudiantes sin documentos, cómo DACA les cambió la vida y cómo se sienten ahora cuando prácticamente son rehenes del Sistema de Inmigración de Estados Unidos.
Frente a la posibilidad de que el congreso apruebe un Dream Act, para una solución definitiva que acogería a unos 800 mil jóvenes, hay algo que tiene claro. Afirma que “quisiera algún día ser ciudadana americana pero eso no significa que mis padres vayan a ser criminalizados y que los puedan sacar de este país”.
Karla reconoce el gran esfuerzo que han hecho sus padres para sacarla adelante a ella y a sus hermanos. La mamá atiende la casa para que todo funcione bien para sus hermanos y su papá. El papá trabaja muy duro para poder sostenerlos a todos. “Cuando ingresé al grupo mariachi de mi escuela mis padres lograron comprarme con mucho esfuerzo el violín y mi uniforme así como lo que necesité luego para mis clases de culinaria”.
Sostiene que este es un momento muy difícil para la comunidad inmigrante pero dijo que “si peleamos por nuestros derechos vamos a lograr algo bueno y es por ello que necesitamos ayudar a registrar a la gente para votar y así pelear por lo que queremos.”
En cuanto a la construcción del muro, dijo que ella lo ve más como un símbolo y no lo considera necesario porque la frontera ya tiene suficiente protección.
Actualmente Karla es la coordinadora estatal en Nevada de Mi Familia Vota y para ella es una manera de ayudar a la comunidad, primero motivándolos a que logren la ciudadanía estadounidense y luego registrándolos para votar. “Para mi esto es muy importante”.
Toma su trabajo con mucha responsabilidad y dice que ha encontrado muchas personas con residencia legal por muchos años que no han dado el paso a la ciudadanía y entonces les habla de la importancia y las ventajas que tiene ser ciudadano. “Es muy importante que nuestra comunidad latina vea esa diferencia, se registre para votar y tome consciencia de que puede ser parte del cambio”, concluyó.