LAS VEGAS, NEVADA.- “Mis padres me trajeron a Estados Unidos cuando tenía tres meses de edad, de eso hace ya 18 años. Ellos son de León, Guanajuato, y no conozco nada de México, el país de mis padres”. Con estas palabras, el “soñador” Sergio Hernández, residente en Las Vegas, Nevada, se refirió a la situación que tendría que afrontar si no hay una solución pronta que le permita legalizar su estatus migratorio.
Sergio era uno de los miles de “dreamers” que estaba atento a las noticias sobre una posible legalización y esperaba con ansias el anuncio del presidente Donald Trump sobre el futuro del programa de Acción Diferida para los llegados en la Infancia, DACA.
Su primer golpe lo recibió cuando el presidente anunció el 5 de septiembre de 2017 que terminaba DACA y le daba seis meses al congreso para que le presentara una legislación bajo ciertas condiciones.
Dijo que “es difícil de creer que terminen con el DACA, eso no es justo y es una lástima que haya pasado porque siento que están jugando con nuestras vidas, con nuestros sueños”.
Reconoce que es una situación que viven miles de jóvenes que han llegado a Estados Unidos de diferentes partes del mundo. “Esto no es culpa de nosotros, llegamos aquí sin saberlo, pero lo que sí sabemos es que nuestros padres lo hicieron para darnos una mejor vida”.
Destacó que todo lo que hacen como “dreamers” es por superarse porque tienen sus propios sueños. “Vamos a la escuela, trabajamos, pagamos nuestros impuestos, hacemos lo que tenemos que hacer como buenos ciudadanos”.
Sergio reiteró que se siente muy mal “porque por un papel que no tenemos (tarjeta de residencia) recibimos trato de tercera categoría y muchos nos ven como si fuéramos basura.”
Como muchos otros “dreamers”, Sergio confiesa que tenía una esperanza de que el presidente Trump iba a permitirles una salida legal para que siguieran en el país y a pesar que no lo tomó por sorpresa, la decisión si lo afectó emocionalmente.
Hizo un llamado a todos los “dreamers” que aún permanecen en las sombras, que están escondidos, para que salgan y se unan en un gran movimiento nacional junto con organizaciones comunitarias a hacer presión en el Congreso para que aprueben el Dream Act y puedan legalizar su situación migratoria.
“Yo era uno de los que estaba escondido y cuando les comenté a mis padres que quería salir de las sombras y apoyar el movimiento de los “dreamers”, ellos me dieron su aprobación porque conocen lo mal que se siente”, sostuvo. “Ahora ellos están conmigo y me apoyan todo el tiempo para que mi voz sea escuchada”.
Muy convencido de lo que quiere, Sergio Hernández afirmó que “voy a luchar con todas mis fuerzas, como nunca antes lo he hecho, para lograr que nuestros sueños se hagan realidad. Espero que otros me sigan en este propósito. Es tiempo de luchar y de no quedarse en casa sin hacer nada y viendo todo lo que está pasando con nosotros los “dreamers”, concluyó.
En la actualidad Sergio es voluntario de la organización Mi Familia Vota, en Las Vegas, tribuna desde la cual lucha día a día para hacer que con el voto se logre un cambio que los pueda beneficiar a él, a su familia y demás “soñadores”.