Las cortinas de humo y las “noticias falsas” que difunde a diario la Casa Blanca con afirmaciones del presidente Donald Trump sin ningún tipo de evidencia, forman ahora parte del diario vivir de los estadounidenses. Toma decisiones a punta de ‘tweets’, con rabietas, como estrategia para tapar una crisis con otra.
He aquí algunos ejemplos. Recordemos que desde la presidencia de Barack Obama Trump afirmó vehementemente durante más de cuatro años que Obama no era estadounidense si no de Kenya, hasta que de un día para otro decidió decir: “Sí, es estadounidense. Punto”… y asunto arreglado tras la difamación.
Al final de la campaña presidencial afirmó, sin prueba alguna, que millones de ilegales habían votado por Hillary Clinton. Nunca mostró una sola prueba ante el pedido de republicanos y demócratas en el Congreso. Silencio total y… asunto arreglado.
Trump se dió el lujo de no mostrar sus declaraciones de renta como lo han hecho los anteriores presidentes y el resto de los mortales cuando nos la solicitan. Dijo que era interés de los periodistas y no del pueblo estadounidense. Nunca se supo de sus obligaciones con el Tío Sam y… asunto arreglado.
En materia de inmigración, su tema favorito, Trump ha dicho gran cantidad de inexactitudes y declaraciones ofensivas. Ha creado una crisis fronteriza que no existe. Garantiza así, espectaculares cortinas de humo ante las investigaciones en curso como su relación con los rusos para interferir en las elecciones y sus relaciones “non santas” con actrices porno y prostitutas.
De México sostuvo que enviaba a Estados Unidos a criminales, violadores y narcotraficantes. Eliminó el DACA y ha comparado a los “dreamers” con peligrosos pandilleros. Le cerró las puertas al TPS para centroamericanos, haitianos y de países africanos argumentando que “son países de mierda”. Ha culpado a la inmigración de la violencia cuando las cifras demuestran lo contrario. De la caravana de inmigrantes centroamericanos que atraviesa México dijo que mujeres y niñas estaban siendo violadas “en cifras inimaginables”, sin prueba alguna.
El presidente ordenó al Departamento de Seguridad Interna arreciar las redadas en busca de criminales e indocumentados que sean un riesgo para el país, pero lo que se ha visto es la detención de madres de familia sin antecedentes separándolas de sus hijos, de padres de familia que son el sustento de sus hogares. Tema perfecto para titulares que a diario desvían la atención de la verdadera crisis.
Sin embargo, no es menos cierto que con ello ha generado otra crisis. Los casos de deportaciones se siguen acumulando en las Cortes, donde hay pocos jueces.
Según Immigration Court Backlog Tool, los casos pendientes de deportación en las cortes de inmigración en el año 2017 llegaron a la cifra de 617.527, el doble del año fiscal 2009 con 223.809. En febrero de 2018, ya eran 684.583 casos. El tiempo de espera para una cita en corte en Chicago es de 5 años, en Atlanta 3 años, en San Francisco 3 años.
Para completar este panorama, el Departamento de Justicia anunció el 3 de abril que evaluará a los jueces de inmigración de acuerdo con los casos que sentencian y qué tan rápido lo hacen. Quieren que cada juez complete al menos 700 casos por año. Jueces y abogados de inmediato criticaron esta posible medida y la calificaron de potencial amenaza para la imparcialidad de los tribunales.
Por el lado de la construcción del muro en la frontera con México, el tema se ha traducido en ‘rabietas’ del presidente Trump que lo tiene en un “túnel sin salida”. Después de afirmar una y otra vez en campaña y luego en la Casa Blanca, que México pagaría por el muro, lo que es improbable, le pasó la pelota al Departamento de Defensa para que financie los 25 mil millones de dólares que ha pedido para su “Hermosa pared” como la ha llamado. El senado le aprobó $1.6 mil millones.
En el presupuesto general 2018 para el Departamento de Seguridad Interna se asignaron $44.1 mil millones (un aumento de $1.7 mil millones del 2017). Para ICE, $7.57 mil millones (aumento del 18%) y $13.93 mil millones para la Patrulla Fronteriza (aumento de 17%).
Si Trump realmente quiere ordenar la migración en este país, debería trabajar con los dos partidos políticos en el Congreso para presentarle a los estadounidenses una reforma migratoria integral. A cambio está haciendo esa reforma a su estilo, a pedazos, con medidas de confrontación, impopulares y riesgosas, pero con una ventaja: es una gran cortina de humo mientras se enfrasca en una Guerra fría con Rusia, China y México.