En días de miedo que viven los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos por la ofensiva de ICE y de agentes fronterizos que detienen a transeúntes en cualquier lugar, especialmente en California, se suma la desfachatez con la que el Congreso en Washington ha dejado a unos 800.000 “dreamers” en el ‘limbo migratorio’.
Desde que el presidente Donald Trump decidió cancelar el 5 de septiembre de 2017 el programa DACA, creado por el anterior mandatario Barack Obama en el 2012, dándole a los legisladores federales un plazo de seis meses para que trabajaran en un Proyecto de ley que les ofreciera una solución permanente a aquellos que llegaron con sus padres en la infancia, se hicieron muchas promesas que al final del día se quedaron en no más que eso: promesas.
Con razón, los “dreamers” afirman que la confianza que ellos habían depositado en los congresistas fue traicionada. El propio presidente de la Cámara de Representantes (Speaker of the House), Paul Ryan, dijo en repetidas oportunidades que se comprometía a trabajar en una solución pidiendo calma a los jóvenes, y no hizo nada.
Y fue más allá al afirmar en diciembre, en medio del debate por la aprobación del presupuesto de la nación, que “había suficiente tiempo para discutir y aprobar un Dream Act”, pidiéndole paciencia a los “dreamers” y a las organizaciones que los apoyan. Pero ahora el tiempo y la paciencia de agotaron.
Milam Tabari, uno de los coordinadores de los “dreamers” en California, dijo a inmigración.com, que mientras la administración Trump usó el tema de DACA como rehén político para conseguir que se aprobara el presupuesto de la nación, el congreso priorizó el tema. Pero ahora que ya obtuvo lo que quería el tema no se ha vuelto importante.
Mientras el presidente sigue culpando a los demócratas por no apoyar legislación que conduzca a un Dream Act, sigue insistiendo en que le aprueben dinero para el muro fronterizo y la contratación de miles de agentes, además de acabar con la inmigración en cadena y la lotería de visas. Y todo con los “dreamers” de por medio.
Activistas y soñadores han reiterado que trabajan en re-orientar sus estrategias para fortalecer campañas destinadas a la participación electoral para lograr que los que pueden votar cambien a los congresistas que se han burlado de ellos.
En entrevistas con “dreamers” en diversos lugares del país, nuestros corresponsales nos informan que muchos de estos jóvenes están decididos a “pasarles la cuenta de cobro” a los políticos y que harán todo lo posible para sacarlos de sus sillas en el congreso en las próximas elecciones.
La incertidumbre se ha apoderado de muchos de los “dreamers” que ven con tristeza cómo su futuro en este país ya no tiene sentido y buscan otros horizontes para ejercer sus profesiones y poner al servicio de otras economías sus conocimientos y habilidades que los actuales líderes políticos de Estados Unidos rechazan.