WASHINGTON.- El presidente de EEUU, Donald Trump, envió hoy al Congreso su plan de principios para una futura reforma migratoria, que incluye el muro en la frontera con México, agilizar la expulsión de menores centroamericanos, contratar a más agentes y limitar la concesión de visas mediante un sistema de méritos.
El plan de Trump, obtenido en exclusiva para un medio en español por Efe, fue enviado a última hora del domingo a los líderes demócratas y republicanos del Congreso como punto de partida para las negociaciones de una futura reforma migratoria y de un acuerdo que proteja a los 800.000 jóvenes indocumentados beneficiaros del programa DACA.
Las prioridades fijadas por Trump están en línea con su política migratoria de mano dura y anticipan muchos problemas para llegar a consensos con los demócratas.
Según recoge el borrador al que tuvo acceso Efe, el Gobierno de Trump está dispuesto a trabajar con el Congreso para lograr “tres objetivos”: garantizar admisiones en EEUU “seguras y legales”, defender “la seguridad” del país y “proteger a los trabajadores y contribuyentes estadounidenses”.
Trump cree que “es imperativa la completa construcción del muro”, comentó a Efe bajo anonimato un alto funcionario de la Casa Blanca.
Y así figura en el plan de principios de Trump, donde el primer punto del apartado de seguridad fronteriza es “financiación y construcción completa del muro en la frontera sur”, una idea que rechaza totalmente la oposición demócrata.
En ese mismo capítulo la propuesta del presidente es asegurar el “retorno seguro y ágil” a sus países de los menores, en su mayoría centroamericanos, que entran por la frontera sur ilegalmente y solos.
“Entrar en este país ilegalmente es un crimen”, enfatizó un funcionario durante una conferencia telefónica organizada por la Casa Blanca para comentar el plan del presidente.
En cuanto al fomento de una inmigración basada en el mérito, la propuesta de Trump contempla, sin dar cifras, poner límites a los permisos de residencia o “green cards” para cónyuges e hijos menores de edad de aquellos que ya viven en EEUU, así como crear un sistema de puntos para obtener esas tarjetas.
En agosto pasado, Trump ya respaldó un proyecto de ley de los senadores republicanos Tom Cotton y David Perdue que pretende reducir a la mitad la entrada de inmigrantes legales a EEUU a lo largo de la próxima década a través de la reducción en la concesión de permisos de residencia.
Junto con la seguridad fronteriza y el cambio en los parámetros de aceptación de inmigrantes, el plan de Trump enfatiza la necesidad de “hacer cumplir” las leyes migratorias y de reformas para la “rápida salida” del país de los que se quedan más tiempo del permitido por su visa, y poner fin al “abuso” en el sistema de concesión de asilo.
“Ahora simplemente no tenemos las herramientas” para garantizar el cumplimiento de las leyes, según detalló el alto funcionario a Efe.
Por ello, Trump pide la contratación de 10.000 agentes y 1.000 abogados más para la Oficina de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), así como de 300 fiscales federales y 370 jueces adicionales.
La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, adelantó esta semana que Trump iba a presentar en breve su plan con “principios específicos” que le “gustaría ver en una reforma migratoria responsable” redactada por el Congreso.
En la propuesta enviada hoy al Congreso no figura específicamente la búsqueda de una solución para los 800.000 jóvenes indocumentados que han evitado la deportación y obtenido permisos de trabajo gracias a DACA, un programa ejecutivo al que Trump puso fin en septiembre.
No obstante, Trump ha hablado con los líderes demócratas en el Senado, Chuck Schumer, y en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo para reemplazar DACA, pero hasta ahora no se ha informado de ningún avance.
En un comunicado conjunto enviado tras la divulgación del plan de Trump, Schumer y Pelosi afirman que la lista de principios del mandatario “va mucho más allá de lo que es razonable” y “no representa ningún intento de compromiso”.
Los líderes demócratas aseguran estar abiertos a “medidas de seguridad fronteriza razonables” y subrayan que la construcción del muro con México quedó “explícitamente descartada de las negociaciones”.