CHARLOTTE .- Luego de vivir 32 años en Estados Unidos, un pastor de origen salvadoreño se convirtió en el tercer inmigrante indocumentado en Carolina del Norte en buscar santuario, tras recibir una orden del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) de abandonar el país.
“No soy un criminal. Tomé esta decisión porque quiero estar con mi familia y mis hijos”, dijo hoy a Efe José Chicas, de 52 años y oriundo del departamento La Unión.
Chicas, que llegó en busca de asilo político a Estados Unidos en 1985, tras escapar de la guerra civil de su país, recibió refugio el 27 de junio pasado en la Escuela para la Conversión (SFC, por sus sigla en inglés), un centro de educación religiosa en Durham, ciudad ubicada a 24 millas de la capital del estado, Raleigh.
El salvadoreño debía de abandonar el país el 28 de junio. Sin embargo, tal y como se informó hoy, buscó refugio en SFC con el deseo de que ICE reconsidere suspender su deportación.
José es casado desde hace más de 25 años con Sandra Marquina y es padre de cuatro hijos, de 22, 19, 18 y 11 años. Tres de ellos son ciudadanos estadounidenses y el cuarto es beneficiario del programa de Acción Diferida (DACA).
“No quiero que deporten a mi papá. Lo necesito a mi lado”, pidió en declaraciones a Efe mencionó Ezequiel, su hijo menor. “Quiero que regrese a casa”.
Con Chicas ya son tres los casos que inmigrantes que hayan buscado refugio en un santuario en Carolina del Norte.
El 31 de mayo, la guatemalteca Juana Luz Tobar se refugió en la iglesia Episcopal San Barnabas, en Greensboro, y un mes después lo hizo la mexicana Minerva Cisneros, quien, junto con sus dos hijos, permanece en el templo de la Iglesia Congregacional Unida de Cristo en la misma ciudad.
En una rueda de prensa realizada hoy en la sede de SFC, representantes de diferentes organizaciones y activistas como el reverendo William Barber, de la iglesia Greenleaf, aseguraron que lucharán por el inmigrante y su familia, y han solicitado a legisladores por Carolina del Norte que intercedan por el pastor.
“Abrimos la puerta al pastor Chicas y su familia. Lo apoyaremos hasta que recupere su libertad. No lo dejaremos solo”, mencionó el reverendo Barber.
“La presencia de José aquí ha sido una bendición para nosotros, y él es bienvenido a permanecer todo el tiempo que necesite”, expresó Jonathan Wilson-Hartgrove, director de la SFC.
José admitió que en los años 90 luchó contra el alcoholismo y, durante ese tiempo, fue acusado y declarado culpable de conducir ebrio y de abuso doméstico. Sin embargo su vida cambió tras encontrarse con Dios.
“Mi vida cambió espiritualmente hace 17 años. Tomé esa oportunidad y llamado para servir a mi familia y a la comunidad del estado como pastor la Iglesia Evangélica Jesús es el Pan de Vida en Raleigh”, dijo.
Para Helen Parsonage, abogada de Chicas, la decisión de ICE de deportar a José no tiene sentido.
“El huyó de violencia y buscó asilo político. Su vida ha cambiado y es un hombre de bien que sirve a la comunidad. Esperamos que ICE dé una respuesta favorable en su caso”, señaló e Efe.
El camino legal de Chicas se inició cuando por una mala asesoría legal no se presentó a la corte de inmigración en el estado de Texas en 1985.
Tras esta decisión, Inmigración le dio una orden de deportación en ausencia, aunque en 1991 solicitó asilo político y recibió un permiso de trabajo y seguro social. Sin embargo, 12 años después, su petición fue negada en Virginia.
Desde entonces ha buscado diferentes recursos legales para reabrir su caso y suspender su deportación, pero en marzo pasado, en una visita de rutina a la oficina de ICE en Charlotte le notificaron que, debido a las nuevas directrices de la Administración del presidente Donald Trump, debía abandonar el país en junio.
Esta situación llevó a José a tomar esta drástica determinación.
“Si regreso a El Salvador me matan. No tengo nada allá. Toda mi vida la he hecho en Estados Unidos. Aquí está mi familia y mis hijos. Espero que ICE reconsidere mi petición y suspenda la deportación”, anotó.