La polémica promesa de campaña del presidente Donald Trump de construir un muro en la frontera con México empezó el martes a tomar forma con el arranque de la obra de ocho prototipos, aunque el proyecto real carece aún de financiación.
Con estrictas medidas de seguridad, que incluyen controlar posibles manifestaciones de grupos a favor de la inmigración, comenzó el levantamiento de la obra en el área de Otay Mesa, en California.
“Estamos comprometidos con proteger nuestra frontera y eso incluye la construcción de muros fronterizos”, aseguró Ronald Vitiello, comisionado interino de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP).
Al anunciar los modelos del que podría ser el nuevo muro entre México y Estados Unidos, Vitiello explicó que la estrategia de seguridad fronteriza incluye barreras físicas, infraestructura, tecnología y personal.
“El seguir adelante con los prototipos nos permite a nosotros continuar para incorporar todas las herramientas necesarias para asegurar nuestra frontera”, añadió el funcionario.
En el lugar de las obras, cuya entrada colinda con el cruce de camiones que ingresan desde México, se observan ya decenas de vehículos pesados con equipo de construcción que superaron un filtro de seguridad antes de ingresar en esta área de acceso restringido.
La construcción del muro definitivo, sin embargo, carece aún de los fondos millonarios para su construcción, por lo que Trump llegó a amenazar con provocar un cierre parcial del Gobierno si los demócratas se niegan a incluir en el presupuesto los fondos para levantarlo.
La idea es que, en la mayor parte de los 3.180 kilómetros de frontera, haya una verja que permita ver qué ocurre en el otro lado y que, en algunas zonas de mayor peligrosidad, exista un muro sólido, hecho con materiales consistentes como el cemento.
Mientras tanto, las seis compañías seleccionadas en el proceso de licitación, que construirán cuatro prototipos de cemento y otros cuatro de otros materiales, tendrán treinta días para levantarlos, en medio de una fuerte vigilancia oficial.
La semana pasada, el fiscal general del estado de California, Xavier Becerra, interpuso una demanda contra el Gobierno federal para impedir el inicio de la obra argumentando incumplimiento de leyes medioambientales federales y estatales, entre otras.
Los modelos tendrán entre 18 y 30 pies (5,5 y 9,1 metros) de altura y están diseñados para “disuadir el cruce de indocumentados” en el área y cumplir así con los requisitos establecidos por la Patrulla Fronteriza, detallaron las autoridades en un comunicado.
Los prototipos se construirán uno al lado del otro en un terreno situado a escasos metros de la actual barda que divide Otay Mesa (California) y Tijuana (México).
Esta zona de San Diego, donde ya existe una doble verja de separación, fue seleccionada por ser una de las zonas con mayores índices de criminalidad.
En las calles cercanas se han colocado letreros que prohíben a vehículos estacionarse a partir de hoy y hasta el próximo 10 de noviembre, mientras la oficina del Alguacil del Condado cuenta con un plan de prevención en caso de que se registren protestas masivas.
“Es una pantomima política”, dijo a Efe Christian Ramírez, director de la Coalición de Comunidades Fronterizas, al calificar de “exagerada” la respuesta de autoridades locales.
Aseguró que ninguna de las 50 asociaciones civiles que conforman el Consorcio de Derechos de Inmigrantes de San Diego ni cerca de 60 grupos que integran una red de organizaciones en la franja fronteriza, han considerado realizar protestas.
Matizó que enfocarán sus esfuerzos en luchar para que el Congreso no apruebe el presupuesto necesario para la construcción del muro.
“Todo parece indicar que el presidente lo que quiere es hacerle creer a la sociedad que con estos prototipos está cumpliendo sus promesas de campaña, cuando eso está muy lejos de la realidad”, agregó Ramírez.