CIUDAD DE MÉXICO .- Es la primera vez que Hilda toma un pincel, pero está contenta con el resultado. En un mural se dibujó sonriente junto a sus tres hijas y su marido. Las líneas sencillas y los colores vivos esconden el dolor, los asaltos, las violaciones. En el centro de la pintura ubicó una flor, símbolo de una nueva vida, cerca de donde alguien trazó un quetzal, el pájaro emblemático de su natal Guatemala.
“Ya no puede estar uno en mi país, ahorita estoy con temor… porque en junio a mi hija la mayor me la violaron y solo estoy esperando que salgan de estudiar para traérmelas para acá”, contó a The Associated Press la mujer, que pedirá refugio en México en cuanto lleguen sus hijas.
A ella también la violaron al cruzar la frontera y a su esposo casi lo matan, pero da las gracias por haber llegado con vida a México.
Para la guatemalteca dejar plasmados sus sentimientos en un mural colectivo en la Ciudad de México ayudará a que la gente tenga una mejor imagen de los migrantes.
La idea, impulsada por varias organizaciones no gubernamentales con el apoyo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), es “romper estereotipos, dejar testimonio del paso de los migrantes y sacarlos de la invisibilidad”, explicó a AP Luis Nava, miembro del colectivo Tres Gatos, uno de los organizadores.
El proyecto, que comenzó hace dos años en un albergue de migrantes en San Luis Potosí, en el centro norte del país, pasó en agosto por la capital mexicana donde invitó a colaborar a varias decenas de solicitantes de asilo, un grupo cada vez más numeroso desde el cambio de administración en Estados Unidos. Solo entre enero y mayo ha habido 5.464 pedidos frente a los 3.424 de todo 2015 y ACNUR estima que para diciembre podrían sumar 20.000 los aspirantes a obtener refugio en este país.
Casi todos llegan del llamado Triángulo Norte formado por Guatemala, El Salvador y Honduras, donde las tasas de violencia están entre las más altas del mundo y las pandillas y el crimen organizado aterrorizan a familias como la de Hilda.
Participar en el mural ha sido casi terapéutico tanto para ella como para el resto de los migrantes.
Antes de ponerse a pintar los organizadores hicieron varios talleres para que los migrantes esbozaran sus sueños y sus deseos que luego fueron plasmados en la pared con la ayuda de Eva Bracamontes, una muralista invitada, explicó Emmanuel Enríquez de la organización Habitajes.
“El día más triste es el día que salimos con un sueño, por eso no olvido de dónde soy”, “Ojalá hubiera paz en mi tierra para poder quedarme”, son algunas de las frases que se suceden junto a pájaros, familias, pueblos, escudos y una mujer con una casa a cuestas como símbolo del exilio. En la obra también participaron alumnos de la escuela donde se pintó el mural, ubicada en una de las principales avenidas del centro de la capital mexicana.
“Está bonito”, dijo el salvadoreño Marvin Gutiérrez. “Gracias por darme la oportunidad de estar en México”, escribió en el mural.
Además de alegrar la calle los organizadores aseguraron que han logrado crear comunidad en los sitios intervenidos.
El primer mural de los cuatro que ya han pintado transformó el albergue de San Luis Potosí. “Pasó de ser un lugar vinculado a la violencia a convertirse en un punto de reunión. Por eso sabemos que el proyecto funciona”, aseguró Nava.