WASHINGTON.- Kirstjen Nielsen, nominada hoy como nueva secretaria del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), es una eficiente ejecutora que se ha ganado una reputación de estricta e incluso inflexible en su breve paso por la Casa Blanca, y que tomará ahora las riendas de la política migratoria del país.
Si es confirmada por el Senado, la funcionaria de 45 años se convertirá en la tercera encargada del DHS en el primer año de Gobierno de Donald Trump, tras el paso por esa agencia del ahora jefe de gabinete de la Casa Blanca, el general John Kelly, y la actual secretaria interina del departamento, Elaine Duke.
Fue su cercana relación con Kelly la que este verano elevó a Nielsen a la Casa Blanca, donde se convirtió en jefa adjunta de gabinete y aplicó la disciplina militar con tal precisión que se ganó entre algunos el mote de “enfermera Ratched”, el autoritario personaje de la novela y película “One Flew Over the Cuckoo’s Nest”.
Otros, según el diario The New York Times, se referían a ella con el nombre de Joseph Ratzinger, el temido cardenal que pasaría a convertirse en el papa Benedicto XVI.
Sus defensores argumentan, no obstante, que esa rigidez era imprescindible para implementar los planes de Kelly, que llegó a finales de julio a la Casa Blanca con la misión de contener los impulsos de Trump y gestionar el caos creado por un cúmulo de competitivos asesores que entraban a su antojo en el Despacho Oval.
La escasa tolerancia de Nielsen por esas luchas de atención se reflejó en su costumbre de cancelar las reuniones con altos funcionarios de la Casa Blanca si alguien llegaba tarde, y en su minucioso control de la agenda de Kelly.
Nielsen, una experta en ciberseguridad y gestión de desastres que formó parte del consejo de seguridad nacional durante el Gobierno de George W. Bush (2001-2009), comenzó a trabajar con Kelly a finales de 2016, cuando se encargó de preparar al general, nominado entonces como jefe de DHS, para sus audiencias de confirmación en el Senado.
Kelly quedó entonces impresionado por la dedicación de Nielsen, que tras contagiarse de una severa gripe tosió tanto que se rompió una costilla, y en lugar de tomarse una baja, se vendó el torso y siguió trabajando al mismo ritmo, según la revista Politico.
“Se puso una venda y siguió adelante. Si eres alguien que pasó por la Marina, como Kelly, eso te impresiona”, afirmó a esa revista en septiembre Thad Bingel, que trabajó con Nielsen en el equipo de transición de Trump.
Esa tenacidad la convirtió en jefa de gabinete de Kelly durante los seis meses que el general pasó al frente del DHS, un periodo marcado por el controvertido anuncio del veto migratorio, la formulación de la política de inmigración de Trump y el desarrollo de los planes para construir un muro en la frontera con México.
“Él es el paradigma del servicio altruista, y verdaderamente predica con el ejemplo”, aseguró hoy Nielsen en referencia a Kelly durante su ceremonia de nominación en la Casa Blanca.
Su alianza con Kelly le garantiza protección mientras el general retirado siga siendo jefe de gabinete, pero algunos observadores han apuntado que Nielsen no tiene una relación demasiado profunda con Trump, un punto que podría perjudicarla si su socio llegara a abandonar su cargo.
No obstante, Trump se deshizo hoy en elogios a Nielsen y recordó que, de ser confirmada, será la primera secretaria de Seguridad Nacional que ya ha trabajado en esa agencia, que fue creada en 2002 como parte de la respuesta a los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.
Además de como jefa de gabinete de Kelly, Nielsen trabajó en la Administración de Transporte y Seguridad (TSA), que depende de DHS, durante el mandato de George W. Bush (2001-2009).
Graduada en derecho por la Universidad de Virginia y en servicio exterior por la Universidad de Georgetown, Nielsen creó la década pasada su propia consultora de gestión de riesgos y trabajó en un centro de estudios sobre seguridad nacional y cibernética.
Poco se sabe de la vida personal de Nielsen, aunque su padre y sus tíos la acompañaron en la ceremonia de hoy en la Casa Blanca, en la que ella les aseguró que ese logro “no habría sido posible sin ellos”.