Washington, DC.- El Gobierno del presidente de EE.UU., Donald Trump, negó hoy cualquier responsabilidad en la muerte bajo su custodia de una niña guatemalteca de siete años que sufría deshidratación y que había cruzado con su padre irregularmente la frontera desde México.
La Casa Blanca describió lo sucedido como una “situación trágica” y “horrenda”, pero evitó asumir cualquier responsabilidad y, de hecho, aprovechó para instar a la oposición demócrata en el Congreso a aprobar las leyes que ha pedido Trump para “desincentivar” la llegada irregular de inmigrantes.
“Es una muerte innecesaria y es 100 % evitable”, dijo uno de los portavoces de la Casa Blanca, Hogan Gidley, a la prensa.
“Si pudiéramos unirnos y aprobar algunas leyes de sentido común que desincentiven a la gente que llega de la frontera y les anime a hacerlo de la manera correcta, la manera legal, entonces ese tipo de muertes, ese tipo de asaltos, ese tipo de violaciones, el contrabando de menores, el tráfico de seres humanos, todo eso acabaría”, añadió.
El liderazgo demócrata en el Congreso de EE.UU. guardó silencio sobre la muerte de la niña y las peticiones de Trump; pero algunos legisladores, como el presidente del Caucus Hispano, Joaquín Castro, ya adelantó que pedirá una investigación sobre las condiciones y circunstancias que llevaron a la muerte de la menor.
“Podemos y debemos hacerlo mejor como nación”, subrayó Castro, quien consideró que las duras políticas migratorias de Trump no frenan la llegada de inmigrantes a EE.UU., sino que les obligan a recurrir a “caminatas peligrosas por el desierto” para evitar a los agentes fronterizos.
En declaraciones a la prensa, funcionarios de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) informaron hoy de que la niña y su padre formaban parte de un grupo de 163 migrantes que fueron detenidos sobre las 21.15 hora local del 6 de diciembre cerca de Antelope Wells, en el estado de Nuevo México y en medio del desierto.
Desde su arresto hasta las 4.30 hora local, la menor, su progenitor y el resto de migrantes estuvieron en unas instalaciones de la CBP, donde tuvieron acceso a agua, comida y aseos; y después fueron trasladados en autobús a otro centro a 150 kilómetros de distancia y ubicado en Lordsberg (Nuevo México), según el relato de los funcionarios.
Cuando la comitiva llegó a Lordsberg, el padre alertó de que su hija había estado vomitando y no respiraba, de forma que inmediatamente fue trasladada con fiebre de 41 grados en helicóptero a un hospital infantil de El Paso (Texas), adonde llegó con un paro cardíaco.
En el centro sanitario lograron reanimarla, pero murió horas después.
A pesar de las explicaciones del Gobierno, todavía hay muchas preguntas sobre las más de siete horas que pasaron desde que la niña fue detenida hasta que comenzó a sufrir síntomas.
La senadora demócrata Dianne Feinstein cuestionó en un comunicado que la menor hubiera tenido acceso realmente a agua cuando estuvo bajo custodia, un tema especialmente importante teniendo en cuenta que la menor llevaba “varios días sin comer o consumir agua” en el momento de su detención, según la propia CBP.
Los funcionarios de la CBP y el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en inglés) insistieron en que había “acceso” a agua en el lugar donde la menor estuvo detenida, pero no pudieron precisar si la niña efectivamente bebió.
Además, aseguraron que la niña recibió la atención “adecuada”, pese a que solo cuatro agentes de la CBP estaban a cargo de 163 migrantes, entre los que había 50 menores que viajaban solos sin adultos y que recibieron una atención prioritaria por esa circunstancia.
Sin asumir la responsabilidad, los funcionarios de la CBP culparon al padre y afirmaron que tuvo “muchas oportunidades” de alertar a los agentes fronterizos del estado de salud de su hija.