LOS ÁNGELES, CA.- La herida emocional en niños y adultos detenidos durante la política de “tolerancia cero” que implementó el Gobierno estadounidense contra inmigrantes ilegales en la frontera con México es honda, según especialistas en psicología infantil, activistas y víctimas directas.
Expertos instan a sanar rápidamente el sentimiento de abandono de sus hijos que tuvieron los inmigrantes, al llevarles las autoridades a sus retoños a sitios lejanos y no devolverlos hasta meses después. La mayoría proviene de El Salvador, Guatemala y Honduras.
María Huinac, de 46 años, que junto a su esposo y cuatro hijos emigró de Guatemala a Estados Unidos “por amenazas de pandillas” y después de entregarse a las autoridades el 4 de mayo en la puerta fronteriza de San Ysidro, California, no logra superar la partición de la familia.
Todos fueron separados en distintos centros de detención. El esposo quedó en un albergue en Tijuana, México.
“Me da tristeza que mi hijo de tres años, ya sea porque entró al baño y no me encuentra, al regresar me reclama: ¿porqué te fuiste?, porqué me dejaste?”, lamentó a Efe la guatemalteca.
“Eso sigue en su cabecita y yo les explico que yo no los dejé, sino que el Gobierno me los quitó, que nos separaron”, agrega.
Liberada aunque con un grillete electrónico, Huinac es asistida por abogados del Centro de Recursos Centroamericanos (CARECEN) de Los Ángeles, quienes estudian opciones legales de asilo político o refugio en EEUU.
La mujer estuvo recluida en el centro de detención de Río Grande, en el sur de Texas, junto a 20 mujeres en la misma celda.
“Algunas madres rompían en llanto cuando veían en las noticias que algunos ya estaban siendo deportados pero sus hijos quedaban detenidos”, recordó Huinac.
“Las primeras noches sin mis hijos, los soñaba, me despertaba angustiada, después no podía dormir y me sentía alterada”, rememoró.
Paralelamente, en un albergue en Nueva York los más pequeños se sentían abandonados.
“Con el de 6 años no hablábamos nada por teléfono, porque al tomar la llamada se ponía a llorar”, recapituló la madre guatemalteca.
Ella fue reunificada con los tres hijos más pequeños el 11 de julio en Nueva York, y hoy en la vivienda de su cuñado, en Los Ángeles, lidia con los traumas psicológicos como secuelas.
El Gobierno del presidente Trump implementó desde abril pasado la política de “tolerancia cero” contra personas que ingresan sin documentos a EE.UU.
Padres de familia fueron detenidos en un centro de Inmigración mientras cerca de 3.000 hijos fueron enviados a otros centros de varios estados.
El Gobierno de EE.UU. ha reunificado hasta este último viernes a 450 niños de entre 5 y 17 años de edad que fueron separados de sus padres en la frontera, de un total de más de 2.500 que debe retornar para el próximo 26 de julio, según ordenó el juez federal Dana Sabraw.
Representantes del Departamento de Justicia señalaron, tal como lo hicieron el jueves en un reporte remitido al juez Sabraw, que en el resto de casos los padres cuentan con antecedentes criminales o han renunciado a este beneficio dado que prefieren ser deportados sin sus hijos, entre otras razones.
“Mi angustia sigue, porque el mayor, de 20 años, continúa detenido en San Diego y tengo miedo de que me lo deporten a Guatemala”, declaró Huinac, quien además no ceja en su empeño de llevar a su esposo a su lado.
Mishka Clavijo-Kimball, psicoterapeuta, dijo a Efe que el sentimiento de abandono que repiten los niños separados “es normal en menores de 10 años”.
“Ellos a esa edad sólo entienden lo que ven: si mi mamá o mi papá no están aquí, todos los días; es porque me han abandonado”, indicó la especialista.
“Es muy doloroso para los padres, por otro lado, sentirse rechazados por sus hijos”.
Clavijo-Kimball aclaró que no hay que esperar a que desaparezcan esos sentimientos con el tiempo. “Hay que buscar asistencia psicológica, en familia, clínicas, iglesias, organizaciones comunitarias”, aconsejó.
“Si eso se deja sin tratamiento pueden desarrollar depresión, ansiedad, frustración, consumo de drogas o los jóvenes se nos pueden ir por un mal camino”, advirtió.
Tessie Borden, vocera de la organización Clérigos y Laicos Unidos por la Justicia Económica (CLUE), dijo a Efe que los efectos psicológicos de esa política de Trump “amerita investigarse por organismos internacionales de derechos humanos”.
“Ese daño de la separación se produce, en primer lugar, porque esas personas son pobres”, subrayó Borden.
El portavoz de la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA), Jorge Mario Cabrera, pide por su parte “a padres y madres que jamás vayan a caer en auto culparse, pues esto ocurrió por decisión política”, sostuvo.