Luego de casi dos años de retórica en la construcción de un muro fronterizo en la frontera entre Estados Unidos y México, que pagaría el país vecino, Donald Trump tuvo que echar marcha atrás y anunciar que prefiere esperar hasta finales de año para garantizar su financiación.
Ante una posible parálisis de gobierno, Trump se retractó de sus afirmaciones en el sentido que iniciaría la construcción del muro lo más rápido posible e incluso se dijo que él mismo estaba revisando las propuestas de varios empresarios interesados en el contrato. Todo esto sin contar con la partida presupuestal para financiar el muro fronterizo.
En un encuentro con periodistas conservadores el lunes 24 de abril por la noche, el presidente dijo que está dispuesto a esperar hasta finales de año para garantizar la financiación de un muro en la frontera con México.
Parte de su discurso se ha centrado en que México pagaría por el muro, lo que originó otro gran debate y el rechazo absoluto del vecino del sur.
Trump había pedido al Congreso 1,500 millones de dólares para la primera fase del muro y una partida extra de 2,600 millones de dólares para el año fiscal que inicia en octubre. Las dos propuestas encontraron una férrea oposición por parte de los demócratas, a la que sumaron algunos republicanos. “Con el muro no habrá presupuesto”, le habían advertido.
Debido a la necesidad de aprobar el proyecto de presupuesto con el que se maneja el país, y cuyo plazo vence el viernes 28, Trump decidió echar marcha atrás y evitar así una posible parálisis del gobierno. Evitó, de paso, un gran fiasco justo a sus primeros 100 días de gobierno.
Algunos demócratas habían expresado su respaldo a un presupuesto que incluyera financiación en tecnología para vigilar la frontera combinada con el incremento de agentes fronterizos, pero sin muro.