TIJUANA, MÉXICO.– En Tijuana viven cerca de tres mil haitianos a quienes el gobierno de Estados Unidos les cerró las puertas del asilo y se quedaron a vivir en México, país que los ha acogido con solidaridad y de paso evitaron estar amparados por el TPS que ahora el gobierno ha terminado.
En La Pequeña Haití de Tijuana, lugar donde actualmente viven unos 280 haitianos, su fundador, pastor Gustavo Banda, dice que cuando los haitianos hablan sobre la posibilidad de cruzar la frontera a California, “ya ninguno quiere irse, todos prefieren vivir en México, porque aquí los acogieron con solidaridad”.
Cinco varones haitianos se han casado con cinco jóvenes mexicanas residentes de Tijuana, y ahora hay cinco bebés haitiano-mexicanos en la Pequeña Haití, comentó el pastor.
La visita de Inmigración.com al lugar se llevó a cabo apenas horas después de que el presidente Donald Trump se refiriera con notable desprecio a Haití, El Salvador y algunas naciones africanas.
Son declaraciones “muy desafortunadas y totalmente racistas”, afirmó el pastor Banda mientras ayudaba a un grupo de haitianos a “tirar colado”, es decir a cementar las bases de una casa para una familia.
“En nuestro refugio tenemos gente haitiana y africana, gente de color, precisamente a quienes el presidente Trump se refirió en términos groseros”, puntualizó Banda.
Manifestó que a pesar de que hay miembros de su gabinete y republicanos que quisieran defender al presidente, “sus declaraciones son indefendibles”.
El líder de la comunidad haitiana invitó al público a imaginar “por todo lo que ellos han pasado; cruzar varios países donde muchos perdieron a sus hijos en la travesía, perdieron sus bienes y todo el dinero que habían juntado por cinco o seis años para poder llegar aquí, y que los insulten de esa manera”, después de haber tenido que abandonar su país, devastado por un terremoto en el 2010.
Más de 20 mil haitianos comenzaron a llegar de Brasil a Tijuana en mayo del 2016, cuando después de las Olimpiadas en Brasil terminó el periodo en que les habían ofrecido trabajo en construcción, principalmente.
Narró que salían de Brasil y cruzaban por selvas en Colombia, seguían por Panamá y Costa Rica; la mayoría denunció que los asaltaron en Nicaragua, así que cuando llegaban a Honduras y muy pocos a El Salvador, ya venían carentes de mucho.
De ahí seguían a Guatemala y al entrar a México les otorgaban permisos temporales para estar en el país, autorizaciones que usaban para dirigirse tan pronto como podían a Tijuana y a Mexicali, en Baja California.
Pero Estados Unidos solo aceptaba entre cincuenta y cien solicitantes de asilo diarios en las garitas, porque era la capacidad de revisión de peticiones, así que miles de haitianos comenzaron a saturar refugios en Tijuana, donde ya no podían ayudar a deportados u otros migrantes.
Con el tiempo cruzaron cerca de 20 mil haitianos. Pero en diciembre del 2016, el exsecretario de seguridad Jeh Johnson suspendió el refugio que el expresidente Barack Obama había otorgado a los haitianos tras el terremoto de enero del 2010. Según el gobierno de Estados Unidos, las condiciones en ese país se habían repuesto.
Con esa decisión, los haitianos que cruzaban y solicitaban refugio, pero carecían de evidencias, enfrentaban procesos de deportación, así que miles que habían llegado a Tijuana prefirieron quedarse en México.
Muchos de ellos ya están radicados en México, y dicen que aunque se abrieran las puertas de Estados Unidos, yo no irían. “Me quedo aquí en México, que nos ha abierto las puertas, nos ha abierto los brazos y nos sentimos muy a gusto”, explicó el pastor.
En la Pequeña Haití son muy pobres. En las casas que construían llenaban de mezcla los pilares o trabes y tiraban el piso para aprovechar el día sin lluvia, pero carecen de material para los techos, yeso para las paredes, puertas y ventanas.
La Pequeña Haití se ubica a unos 20 minutos del centro de Tijuana, en una humilde zona de la periferia.