Inmigración

La Embajada Migrante y el Café El Indocumentado al entrar en territorio mexicano

Esta vieja casona en Playas de Tijuana es llamada la Embajada Migrante y Café El Indocumentado por activistas de derechos humanos que planean convertirla en centro de capacitación. Foto Inmigración.com / Manuel Ocaño

PLAYAS DE TIJUANA, BC.- En la primera casa en territorio mexicano al salir de California, activistas de derechos humanos se reúnen en La Embajada Migrante, una cafetería y centro cultural que ahora se llama Café El Indocumentado, donde planean capacitar laboralmente a deportados y migrantes en su camino a Estados Unidos.

Hugo Castro, un activista estadounidense radicado en México, destaca que la Embajada Migrante es literalmente la primera casa que se encuentra geográficamente en territorio mexicano, y de hecho en Latinoamérica.

“Aquí estamos en lote número uno de la manzana número uno de Playas de Tijuana en Baja California, esta es literalmente la esquina de Latinoamérica”, explicó Castro.

Hugo Castro, activista de derechos humanos y miembro de Ángeles de la Frontera, habla del lugar que espera convertir en un centro de capacitación y ayuda al deportado. Foto Inmigración.com / Manuel Ocaño.

La dueña original del lugar, una mujer que ahora vive en Estados Unidos y no fue identificada, rechazó ofertas hasta por un millón de dólares más que por la vieja casona deteriorada, por el terreno y su ubicación, desde donde se observa el sitio donde se fusionan México, Estados Unidos y el Pacífico, justo donde el muro fronterizo ingresa al mar.

La mujer, platicó Castro, se empeñó en usar la infraestructura como un lugar donde se ayudara a los migrantes que durante décadas veía cruzar a California.

Cuando la propietaria donó la casona hace más de un año, los activistas de inmediato abrieron un refugio donde por las noches los deportados y los que buscan llegar a Estados Unidos pueden pasar la noche.

El refugio tiene muchas carencias, “no tenemos regaderas, ni agua caliente, y ahora que viene el frío ese va a ser un problema; nos faltan algunas puertas”, dijo Castro, pero lo que sí tienen es un techo, agua, servicios higiénicos; un pequeño comedor.

La casa pronto tendrá su letrero de Embajada Migrante, mientras tanto, quienes no son migrantes se reúnen ocasionalmente en el café, que ya usan como foro, escenario para obras de teatro o pequeños conciertos, y sala de proyección de documentales relacionados con el tema de la migración.

Según Castro, el proyecto es mucho más ambicioso. Dice que con ayuda de chefs y cocineros experimentados, la embajada planea ofrecer capacitación en cocina internacional de los lugares de origen de los deportados: Haití, Honduras, El Salvador, Guatemala, Cuba, y de los estados mexicanos de los que vienen los migrantes.

Una clase especial para centroamericanos sería la elaboración de postres de sus países de origen, en los que abundan el azúcar y el café.

De acuerdo con Castro, el proyecto de la Embajada Migrante es “ofrecer un trato digno a los migrantes y deportados, ofrecerles empleo y capacitarlos para que sigan adelante con sus vidas”.

Ernesto, un migrante del sureño estado mexicano de Chiapas, llegó hace poco a la ciudad y dice que intentará cruzar la frontera en cuanto se presente una buena oportunidad; anda en busca de trabajo y por ahora estudia el terreno y la vigilancia.

Mientras tanto Ernesto muestra interés en las clases culinarias, solo que “también son pobres, no hay alimentos para que practiquemos pero dicen que pronto llegará un donativo de comida y voy a practicar un poco”.

Para Castro, la ubicación de la Embajada y el Café El Indocumentado tarde o temprano van a ser un éxito, “es cosa de no quitar la vista de esos objetivos y de querer ayudar a los migrantes”.

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