El presidente de la Cámara Baja, Paul Ryan, anunció que no buscará la reelección en noviembre y al menos en lo que a inmigración respecta, se marchará sin completar su evolución en este tema que en etapas defendió, en otras entorpeció y en otras más se hizo cómplice por su silencio e inacción.
Digamos que Ryan pasó por diferentes etapas en su manejo del tema migratorio.
Sus comienzos políticos fueron marcados por figuras conservadoras pero pragmáticas en materia migratoria como Jack Kemp y William Bennett, de la organización Empower America, que en 1994 se opuso a la antiinmigrante Proposición 187 de California. Ryan escribía los discursos de Kemp, quien se convirtió en mentor de Ryan. Posteriormente, en 1995, fue director legislativo del ex senador republicano de Kansas, Sam Brownback, otra figura conservadora con posturas pragmáticas que apoyó medidas bipartidistas de reforma migratoria.
En 1998 Ryan es electo congresista del Distrito 1 de Wisconsin, puesto que asume en 1999.
En el 2005 la Cámara Baja aprobó la propuesta antiinmigrante de otro congresista de Wisconsin, F. James Sensenbrenner, el proyecto HR 4437, mejor conocido como la Ley Sensenbrenner, que criminalizaba los indocumentados y a quienes los ayudaran, incluyendo a religiosos. El Senado no la aprobó, pero la medida fue el detonante para las masivas manifestaciones de 2006 a favor de una reforma migratoria integral y la movilización de votantes latinos a las urnas.
Ryan apoyó la Ley Sensenbrenner en el 2005; y votó en contra del DREAM Act en el 2010.
En el 2012 Ryan fue seleccionado por Mitt Romney como su candidato vicepresidencial en la mancuerna republicana que enfrentó a Barack Obama en esos comicios.
Ryan defendió la plataforma migratoria de Romney que consistía en promover la autodeportación y su promesa de vetar el Dream Act. Y ya sabemos cómo terminó esa historia. La mancuerna republicana logró solo 27% del voto latino y perdió la elección.
En 2013 Ryan volvió a colocarse el sombrero de pro inmigrante y colaboró con figuras demócratas de la Cámara Baja, incluyendo su colega de Illinois, Luis Gutiérrez, para buscar consenso en torno a una potencial reforma que no llegó.
En ese mismo año, 2013, el Senado aprobó un plan de reforma migratoria imperfecto pero bipartidista, pero el liderazgo republicano de la Cámara Baja nunca lo consideró.
En el 2015, con el retiro de John Boehner, Ryan se convirtió, renuentemente, en el presidente de la Cámara Baja liderando un caucus republicano dividido y realmente comandado por figuras republicanas ultraconservadoras como el Freedom Caucus. Una reforma con beneficios migratorios no tiene cabida en este grupo y Ryan nunca quiso incomodarlos.
Y en 2016 se le colocó la cereza al pastel cuando el antiinmigrante Donald Trump es electo a la presidencia sin el apoyo del voto latino. Ryan estuvo renuente de primera mano a apoyar abiertamente a Trump, pero al final los intereses partidistas pesaron más, en especial el avance de la reforma tributaria con la reducción de impuestos a las grandes corporaciones.
En el tema del Dream Act, Ryan decía una cosa y hacía otra o más bien, no hacía nada. Hablaba de buscar una solución para los Dreamers, pero no enfrentó a la facción extremista de su partido que constantemente bloqueó dicha solución.
Ryan, como los otros líderes del Partido Republicano, ha sido cómplice de Trump por silencio, omisión e inacción. Trump canceló DACA y Ryan dijo que había que buscar una solución, pero no hizo nada al respecto. Trump insulta a los inmigrantes y siembra terror con su maquinaria de deportaciones, y Ryan se coloca unas gríngolas para no ver.
Ryan es joven y quizá reemerja en el ámbito político, pero por ahora se retira con un pobre historial en materia migratoria apartado de sus orígenes pragmáticos.
Pudo hacer mucho, pero no hizo nada.