Inmigración

EDITORIAL – Los enemigos imaginarios del presidente Trump

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La tormenta no da tregua en la Casa Blanca. El presidente Donald Trump aprovecha cada reunión, cada declaración, cada twitter para irse en contra de los inmigrantes y de la prensa, según él, la culpable de todos los males de hoy en Estados Unidos.

Los periodistas y los medios de comunicación estamos haciendo nuestro trabajo: informar sobre el acontecer nacional e internacional. Las decisiones que se adoptan por parte de las altas autoridades que gobiernan el país tienen sus consecuencias. Los grandes medios le hacen seguimiento a las noticias a través de sus ‘unidades investigativas’. Lo que sucede es que a muchas personas les incomoda que les digan la verdad, que “les saquen los trapos al sol”, como se dice popularmente.

Ante la avalancha informativa que afecta nuestro diario vivir, y que sale de las oficinas gubernamentales, se destaca el tema migratorio, el cual no escapa a la ira presidencial.

Las investigaciones periodísticas sobre las consecuencias de la puesta en práctica de la llamada política de “cero tolerancia” anunciada po el fiscal general, Jeff Sessions, en abril pasado, ha dejado al descubierto una serie de acciones por parte de algunos funcionarios de ICE y de la patrulla fronteriza, que bien pueden estar pasando la línea de la transgresión de la ley.

No se puede hacer cumplir la ley cuando las mismas autoridades van contra la ley. He aquí algunos ejemplos.

Para evitar que sea un juez quien decida sobre una solicitud de asilo a los inmigrantes que llegan a la frontera pidiendo este amparo contemplado bajo la ley, se decide cambiar el procedimiento de la noche a la mañana y abrir un proceso de deportación a estas personas; ponerlos bajo custodia en centros de detención; separarlos de sus hijos menores; hacerlos firmar documentos que no entienden aceptando su deportación expedita; y hasta cometer fraude por un oficial de ICE al firmar falsamente una declaración de deportación por un inmigrante.

También se les promete, falsamente y bajo presión, que al firmar la deportación podrán reunirse con sus hijos de inmediato. Los regresan a sus países y dejan a los niños en EE.UU., sin conocer con claridad cuál será su futuro.

Las investigaciones periodísticas también indican que ha habido violaciones sexuales y acciones en contra de los derechos humanos, en los centros de detención.

Adicionalmente se han registrado incidentes por parte de oficiales de inmigración quienes se presentan en lugares públicos, en residencias y hasta en las Cortes, vestidos de civil y sin identificarse para realizar sus arrestos. Por momentos, las personas creen que se trata de un secuestro de bandas criminales.

Todo esto va en contra de las leyes y contra el derecho de las personas de saber quién está entrando a su casa con violencia o quienes están realizando arrestos sin indentificarse como autoridades y con órden de un juez.

Cuando los medios de comunicación reportamos estas noticias, entonces el presidente reacciona con furia y nos culpa de ser “enemigos del pueblo” y de esparcir “noticias falsas”.

Los verdaderos enemigos de Estados Unidos, no somos los medios de comunicación ni los periodistas que hacemos nuestro trabajo. Los enemigos de nuestro país son los que tratan de esconder sus crímenes culpando a otros, son las potentes dictaduras extranjeras que amenazan a nuestros ciudadanos y territorios, son los que nos espían y nos atacan cibernéticamente; son los que realizan atentados terroristas.

El papel de los medios de comunicación es el de informar con claridad, con argumentos, sin mirar qué tan poderosos puedan ser los implicados en actividades contra el bien común.

Los enemigos del pueblo están en otra parte, no en los medios de comunicación.

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