Trump, el factor de riesgo que desestabiliza cualquier acuerdo migratorio

El presidente Donald J. TrumpPresidente estadounidense Donald J. Trump. Foto EFE/Archivo

WASHINGTON.- Con sus insultos y cambios de opinión a última hora, el presidente, Donald Trump, se ha convertido en un factor de riesgo que sacude constantemente el difícil equilibrio entre demócratas y republicanos para lograr un acuerdo migratorio.

Tradicionalmente, como representante electo de todo el país, el presidente se encarga de guiar al Congreso en temas de alto perfil, como una eventual reforma migratoria.

Sin embargo, en su primer año de mandato, Trump ha demostrado que es “incapaz” de desempeñar ese papel debido a su carácter “inconsistente” y su “ignorancia” sobre los procedimientos políticos, según dijo a Efe el profesor de Política de la Universidad George Washington, Michael Cornfield.

El carácter imprevisible del presidente ha salido a relucir, una vez más, en las actuales negociaciones entre la Casa Blanca y el Congreso sobre el futuro del plan DACA, proclamado en 2012 por el expresidente, Barack Obama, y que permitió a 800.000 jóvenes indocumentados conocidos como “soñadores” frenar su deportación.

A cambio de una ley que permitiera obtener la ciudadanía a los “soñadores”, los demócratas parecían dispuestos a ceder y destinar fondos a la construcción del muro con México.

El carácter imprevisible del presidente ha salido a relucir, una vez más, en las actuales negociaciones entre la Casa Blanca y el Congreso sobre el futuro del plan DACA, proclamado en 2012 por el expresidente, Barack Obama, y que permitió a 800.000 jóvenes indocumentados conocidos como “soñadores” frenar su deportación. Foto Archivo/EFE

Pero, el pasado jueves, Trump rompió el consenso logrado solo unos días antes al llamar “agujeros de mierda” a naciones emisoras de inmigrantes como El Salvador o Haití y sugerir que EE.UU. debería acoger a más inmigrantes de Noruega, unos comentarios recogidos por The Washington Post.

“Las palabras de Trump supusieron una puñalada al corazón de la identidad de EEUU”, consideró Cornfield, que cree que los insultos hacen “poco probable un acuerdo a corto plazo” en el Congreso.

Los comentarios fueron corroborados por el senador demócrata Dick Durbin y, en respuesta, Trump inició este lunes una guerra contra el legislador en Twitter y le acusó de haber “destrozado” las negociaciones al “tergiversar” sus palabras.

Según la consultora política Liz Mair, que ha trabajado para importantes figuras del Partido Republicano, los ataques de Trump pueden desestabilizar aún más el proceso negociador en el que Durbin juega un papel fundamental como parte del grupo bipartidista que lleva meses tratando de lograr un acuerdo.

Los demócratas ya habían amenazado con provocar un cierre de Gobierno si no había un acuerdo sobre DACA, pero los ataques de Trump a Durbin podrían incrementar esa posibilidad.

Un cierre de Gobierno no favorecería a los demócratas, que en las elecciones legislativas de noviembre se juegan diez escaños del Senado en estados con una gran proporción de población blanca; y tampoco daría una buena imagen de los republicanos, que tienen el poder en las dos cámaras del Congreso.

“Tanto los demócratas como los republicanos necesitan una solución en inmigración. Es un tema político con mucha importancia para ambos partidos”, dijo a Efe Steffen Schmidt, profesor de Política de la Universidad de Iowa.

Si las negociaciones descarrilan y el Gobierno cierra, los únicos que podrían ver reforzada su posición frente a Trump son los senadores republicanos con posturas más extremas, como Tom Cotton, que quiere acabar con el actual sistema migratorio de reagrupación familiar, conocido por sus detractores como “inmigración en cadena”.

Mientras el debate se enreda, el tiempo se agota para los “soñadores”, que perderán la protección de DACA en marzo, y para los haitianos y salvadoreños que tienen hasta julio y septiembre de 2019, respectivamente, para hallar una alternativa al Estatus de Protección Temporal (TPS), que les permitió vivir en EEUU durante años.

El futuro en política migratoria, coinciden los expertos, depende de si Trump logra contenerse sus exabruptos y permitir un acuerdo legislativo que beneficie a los “soñadores”.

Esa solución podría ser la cara amable del siguiente año de Trump que, en el reverso, esconde un posible incremento de las deportaciones y una guerra sin cuartel contra las “ciudades santuario”, aquellas en las que las autoridades se niegan a destinar cualquier recurso a la deportación de inmigrantes.

Recientemente, el jefe de la policía migratoria, Thomas Homan, amenazó con poner entre rejas a los políticos -la mayor parte demócratas- que dirigen las “ciudades santuario”.