DENVER, CO.- Las inmigrantes que se encuentran en “santuario” celebran hoy el Día Internacional de la Mujer con “impaciente solidaridad” con aquellas que luchan por la igualdad de género con el desafío agregado de ser indocumentadas.
Desde el templo en el que se aloja en Carbondale, Colorado, la mexicana Sandra López pidió que la comunidad respalde “leyes de inmigración más humanas”.
“Las políticas que ahora se están implementando restringen el derecho de las inmigrantes de tomar decisiones sobre sus propios cuerpos. Si (…) se aprueban e implementan, serán increíblemente dañinas para toda la comunidad”, opinó igualmente Dusti Gurule, directora ejecutiva interina de COLOR Latina, en Denver.
Para la activista, el respaldo comunitario también significa “reconocer y respaldar los derechos reproductivos de las inmigrantes indocumentadas”.
Según el National LGBTQ Task Force, cuatro mujeres inmigrantes, sólo identificadas por el nombre genérico “Jane” y en custodia de la Oficina de Restablecimiento de Refugiados (ORR, en inglés), habrían sido obligadas a continuar con “embarazos no deseados” porque el nuevo director de la entidad, Scott Lloyd, se opone al aborto y no concedió los permisos correspondientes.
“En el Día Internacional de la Mujer es especialmente importante que reafirmemos que todas las personas tienen el derecho a tomar decisiones sobre su salud y su futuro con dignidad y autodeterminación”, reclamó mediante un comunicado que envió a Efe Candace Bond-Theriault, asesora en jefe de políticas públicas del National LGBTQ Task Force.
“Venimos trabajando desde hace meses. Hemos consultado con abogados, comunidades de fe y con los inmigrantes. Queremos interactuar con tanta gente como sea posible y hablar de los pasos concretos que el Congreso podría tomar. Hemos sido pacientes, pero ya no”, declaró a Efe Ingrid Encalada Latorre, refugiada en una iglesia de la ciudad de Boulder, al noroeste de Denver.
Encalada, originaria de Perú, es una de las mujeres inmigrantes que han optado por vivir dentro de una iglesia para no ser deportadas y mantener su familia unida.
Además de ella, otras tres mujeres buscaron “santuario” en Colorado: Sandra López (mexicana, en Carbondale), Rosa Sabido (mexicana, en Mancos) y Araceli Velásquez (salvadoreña, en Denver).
Se les suman, entre otras, Vicky Chávez, hondureña, en una iglesia de Salt Lake City, Utah, desde finales de enero; y Francisca Lino, mexicana previamente deportada y en un refugio en Chicago desde agosto de 2017.
“Las organizaciones y las comunidades de fe se reúnen para celebrar la larga historia del Día Internacional de la Mujer, que comenzó a principios del siglo pasado para celebrar los logros de las mujeres”, agregó Encalada.
“Pero ahora nosotras nos movilizamos para pedir a los legisladores que cambien las leyes que criminalizan a los inmigrantes”, sostuvo y enfatizó que “las mujeres en “santuario” estamos comprometidas a encontrar una solución no solamente para nosotras, sino también para cientos de miles de inmigrantes”.
Esa solución, sin embargo, parece ser cada vez más lejana para inmigrantes como una mexicana y madre de cuatro hijas que pidió usar el seudónimo de “María Martínez”, porque aún no han concluido sus trámites de residencia permanente en el país.
Antes residente en Colorado y ahora viviendo en Kansas, pero no refugiada en una iglesia, Martínez ingresó legalmente a Estados Unidos hace más de dos décadas, al final de su adolescencia y como madre soltera, escapando de una situación de violencia familiar.
Poco después de llegar a Estados Unidos, inició las gestiones para obtener la residencia permanente, algo que aún no ha logrado a pesar de que tanto sus padres como su esposo ya la tienen. Y la situación se complicó en los últimos dos años.
“A pesar de que tengo permiso de trabajo y no tengo orden de deportación, pasé un mes en la cárcel de indocumentados porque me dijeron que no encontraban mi archivo. Un mes después, y luego de un llamado del cónsul de protección del Consulado Mexicano, el archivo misteriosamente apareció”, indicó.
Pero ella ya había perdido su trabajo y debió mudarse a la casa de sus padres. Su audiencia ante las autoridades federales de inmigración, programada para este mes, fue postergada seis meses.
“Ya hace más de dos años que se vienen postergando esas audiencias. No se puede vivir así. No estoy en “santuario” en una iglesia, pero tampoco soy libre de saber cuánto tiempo más podré estar con mi familia”, afirmó la inmigrante.