Inmigración

La discriminación hacia los campesinos indígenas mexicanos en EE.UU. afecta su salud

Una campesina (i) explica como cuidan la producción de uvas junto al antropólogo médico de la Universidad de California en Berkeley, Seth Holmes (d), durante una visita de Efe a un viñedo en Madera, California (EE.UU.), el 5 de mayo de 2018. Foto EFE

MADERA, CA .- Campesinos indígenas mexicanos que trabajan en Estados Unidos son víctimas de “discriminación” por parte de anglosajones, chicanos y también compatriotas, lo que afecta a su salud, según el antropólogo médico de la Universidad de California en Berkeley Seth Holmes, que estudia su situación.

“La discriminación causa depresión, ansiedad, temor y está comprobado que ese estado, a lo largo del tiempo, causa problemas del corazón, presión alta, derrame cerebral, diabetes y hasta infecciones”, revela Holmes en entrevista con Efe.

Y estos campesinos sienten rechazo por parte no solo de los “blancos”, sino también de los estadounidenses de raíces mexicanas e incluso de los “mexicanos mestizos”.

El profesor adjunto de Salud Pública y Antropología Médica de UCBerkeley, con un doctorado en medicina y otro en antropología, investiga desde 2015 cómo el racismo afecta la “salud” de miembros de la comunidad triqui de Oaxaca, México, que residen en Madera, estado de California.

El estudio a una treintena de campesinos migrantes, que se publicará en un futuro libro, se completa con continuas visitas a las viviendas y los campos de trabajo de estos mexicanos.

Campesinos procedentes de la comunidad Triqui de Oaxaca (México) posan junto al antropólogo médico de la Universidad de California en Berkeley, Seth Holmes (2d), durante una visita de Efe a un viñedo en Madera, California (EE.UU.), el 5 de mayo de 2018. Foto EFE/Iván Mejía

“La discriminación aumenta el estrés de los jóvenes triquis y otros inmigrantes mexicanos indígenas”, explica Holmes sobre el sufrimiento de estos campesinos, que además temen “ser acosados y golpeados” por sus raíces.

El doctor, que el 23 de mayo recibirá en Barcelona una “mención honorífica” del Premio Iberoamericano, que entrega la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA), por su libro “Fruta fresca, cuerpos marchitos: Trabajadores agrícolas migrantes en Estados Unidos”, denuncia que esa situación se produce especialmente en el trabajo.

Los indígenas triquis, asegura, solo consiguen trabajo en la poda o cosecha, mientras que los otros mexicanos también pueden ganarse la vida en restaurantes, construcción o limpieza.

“Por el trabajo agachado y repetitivo son comunes los dolores de espalda, rodillas, codos. Si una persona cambia entre un trabajo y otro descansa ciertas partes del cuerpo, pero a los campesinos indígenas sólo en eso les dan trabajo”, explica sobre una situación que se ve agravada por la desigualdad salarial que sufren.

Uno de los jóvenes que han sido víctimas de este tipo de situaciones es Gerardo Celestino, de 19 años y quien emigró hace 13 años junto a sus padres a Estados Unidos.

Habla a la perfección inglés, español y la lengua triqui. Estudia, pero también trabaja junto a su familia fines de semana o vacaciones, momento en el que sufrió varios incidentes desagradables, como el enfrentamiento que tuvo con un mexicano en la pasada cosecha de arándanos en el estado de Washington.

“Era un mexicano, probablemente de Sinaloa o algo así, y lo que pasó es que me dijo que yo no pertenezco aquí, que supuestamente no debo de estar aquí”, explica a Efe sobre el zipizape que inició su connacional por trabajar en las matas “más cargadas” de frutos.

Francisco, que no quiso revelar su apellido por temor a “represalia de los patrones” y a “la migra” por su estatus migratorio irregular, se trasladó a EEUU en 1992. Es sembrador y cosechador de uvas, fresas, arándanos, almendras y pistachos, entre otros cultivos.

El joven comenzó a ser tratado “de manera pesada” por “otros mexicanos” desde que salió de su comunidad Triqui por la ruta inmigrante hacia EE.UU.

Y esa misma “discriminación” la sufren también por parte de capataces de México, en una actitud habitual en los campos agrícolas estadounidenses, dice el campesino, que reconoce que “regresa muy triste” a casa cuando le acosan por ser indocumentado y se aprovechan de que casi no tiene derechos.

Arturo Rodríguez, presidente del Sindicato de Campesinos (UFW), indica a Efe que “los trabajadores indígenas sufren más, porque los supervisores saben muy bien que los pueden intimidar y explotar”, pero destaca que “juntos tienen poder”.

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