LA HABANA, CUBA.- La advertencia lanzada por el gobierno del presidente Donald Trump para que los estadounidenses se abstengan de viajar a Cuba les cayó como un cubo de agua fría a los emprendedores del pujante sector turístico de la isla, que ven sus posibilidades de desarrollo amenazadas.
La medida de Trump va en la dirección contraria a las intenciones proclamadas en junio por el mandatario estadounidense de favorecer al naciente sector privado de la isla, como una forma de castigar al gobierno cubano.
“Pensando que iba a haber una explosión del turismo americano nos pusimos en función de abrir negocios, bares, restaurantes, casas de renta y muchas personas invertimos todo lo que teníamos, pedimos prestado”, dijo en tono de alarma Yunaika Estanque, de 51 años y dueña de un hostal de tres cuartos en La Habana Vieja.
Estanque se asoció con sus padres y sus dos hijos, vendieron otras propiedades, pidieron el apoyo de un conocido que trabaja en el extranjero y lograron comprar hace dos años una antigua residencia destartalada al costado de la Bahía de La Habana, una zona con buen potencial.
Ya con sus antiguos pisos pulidos, las paredes pintadas de colores pastel, muebles de la época republicana en la que se construyó la vivienda, la ropa blanca de estreno impecable, aparatos de aire acondicionado colocados y baños instalados en todos los cuartos, el Hostal Mi Tierra comenzó hace pocos meses a recibir turistas sobre todo europeos, aunque Estanque pensaba que la apuesta mayor serían los estadounidenses de alto estándar.
“El turismo americano consume bastante, deja buenas propinas”, reflexionó Estanque, quien habla inglés y usa esa habilidad para hacer sentir como en casa a los visitantes anglosajones.
Su preocupación es que la explosión de casas de renta en su sector de La Habana Vieja en combinación con una posible baja del turismo sea un coctel inapropiado. “Ahora va a haber mucha oferta, pero poca demanda relativa”.
El Departamento de Estado de Estados Unidos informó la semana pasada que retiraría el 60% de su personal en Cuba y limitaría la entrega de visas. Además, emitió un aviso a los estadounidenses para que no viajen a la nación caribeña luego de misteriosos ataques sónicos que supuestamente afectaron a una veintena de diplomáticos de Washington.
El incidente de salud, del cual se desconoce la causa, se produjo desde finales del año pasado y está a punto de tirar al suelo más de dos años de acercamiento entre las dos naciones iniciado por el presidente Raúl Castro y su colega de entonces, Barack Obama.
Cuba rechazó que tuviera algo que ver con los ataques, cooperó con las autoridades estadounidenses en la investigación, hasta ahora infructuosa, y pidió a Trump no tomar medidas apresuradas.
Incluso en Washington, no todos parecen convencidos que sean las autoridades cubanas las responsables del ataque. De todas maneras, el gobierno de Trump anunció el martes que se pedirá a La Habana la salida de dos tercios de los diplomáticos de la embajada de Cuba en Estados Unidos, en simetría al retiro de sus funcionarios.
Ambas sedes diplomáticas abrieron sus puertas en 2015, tras cinco décadas de tensiones y en las cuales el Congreso estadounidenses aprobó sanciones aún vigentes contra Cuba para presionar para un cambio de modelo político en la isla.
El turismo es el motor de la economía cubana, con ingresos estimados en 3.000 millones de dólares en 2016, cuando recibió a cuatro millones de visitantes de todo el mundo.
El país emisor más dinámico ese año fue precisamente Estados Unidos, desde donde llegaron 281.000 viajeros, según cifras oficiales. En 2014, el número de turistas estadounidenses que ingresó a Cuba fue de 91.000.
Mientras, alrededor de 400.000 cubanos residentes en el exterior, sobre todo en Estados Unidos, arribaron en 2016.
Con el incremento del turismo estadounidense “hubo un efecto positivo y un deseo de mejorar el nivel de los servicios, la calidad y eso fue positivo”, expresó Martin Payne, un británico residente en la isla que representa a una agencia de turismo de Gran Bretaña. “Con este (esperado) decrecimiento veremos si el impulso sigue o viene una bajada”.
“Mucha gente quería venir a Cuba antes de la avalancha americana… los europeos (ahora) van a decir ‘bueno, podemos esperar, no hay apuro. Está en la lista para visitar en el futuro’”, agregó Payne.
El paquete de medidas de Trump de junio ya había limitado las visitas de los estadounidenses imponiéndoles la condición de viajar en grupo y no alojarse en hoteles que pudieran controlar las Fuerzas Armadas, que gestiona importantes cadenas y negocios turísticos.
En aquel entonces, durante un discurso en Florida con una fuerte retórica, el mandatario aseguró que su intención era fortalecer al sector privado y a los emprendedores en la isla.
El temor de los emprendedores cubanos se suma a otras tensiones económicas, como las pérdidas ocasionadas por el paso del huracán Irma, que devastó el sistema energético y la agricultura, o la crisis de Venezuela, principal proveedor de petróleo de la isla.
“Nosotros somos taxistas, estamos viviendo del turismo. Y en este momento los ingresos de mi casa son del taxi”, dijo Alejandro Sito, un chofer de 25 años, parado al frente de hotel capitalino esperando la llegada de los anhelados visitantes.
“¿Cómo nos vamos a sostener?”, se preguntó junto a su colega Ángel Hernández de 34 años.
“Se nos va a hacer difícil”, dijo con pesimismo Hernández.